El mito del ‘dutch design’

Hace 3 semanas, en Eindhoven, tuvo lugar la 10ma semana del diseño holandés (Dutch Design Week), uno de los eventos de diseño más importante en Europa. Semanas antes del evento, se generan grandes expectativas en distintos sectores industriales y académicos, al respecto de lo que allí se presentara; no era muy distinto para mi, teniendo en cuenta que fue el primer evento de diseño de esa magnitud al que he asistido. En primera instancia, podría decir que fue una gran desilusión, pues yo venía con la idea (lización…) del diseño holandés de Droog, Jurgen Bey, Maarten Baas, Hella Jongerius, Marcel Wanders y otros que, me vengo a dar cuenta, son una pequeña minoría en un mar de generalidades: son, en realidad, la excepción a la regla. Si, en Holanda se produce tanta basura como en Colombia y, según entiendo, en el resto del mundo; pero siempre sobresale una que otra joya entre tanta basura. Mesas, sillas, mesas, sillas, lámparas, sillas, lámparas… ¿aburrido? Imagínese estar viendo lo mismo una y otra vez.

Para aprender de Holanda

En Colombia es común asumir dos posturas opuestas, pero igualmente nocivas, frente a lo que viene de otros países: un grupo de personas hacen las veces de nuevos indígenas, recordando la ingenuidad de nuestros ancestros, que se asombraban al primer espejo que veían y rendían sus tributos al blanco; por otro lado, están quienes rechazan con vehemencia cualquier iniciativa proveniente de otro país, proclamando una (¿falsa?) idea de identidad nacional (lo cual me recuerda un excelente artículo publicado en el Malpensante acerca de las pretensiones de identidad en Colombia). Ambos casos, insisto, igualmente nocivos, se ven principalmente reflejados en lo proveniente de Europa, y el diseño no solo no es ajeno a esto, sino que es un claro ejemplo de esta situación.

Ahora, procuremos tomar una distancia de estas posiciones y veamos qué podemos aprender de casos exitosos de diseño, como lo es el caso holandés. Comienzo la publicación procurando des-mitificar el diseño holandés, sin desconocer todo lo que hay que aprender de éste (no en vano estudio en uno de los baluartes del ‘dutch design‘, la Design Academy de Eindhoven). Creo que uno de los aspectos que más debemos aprender del diseño holandés es la capacidad de asumir tantas visiones distintas del diseño, sin afectarse entre ellas (ni pisarse los talones); en un mismo país se ven casos de diseño crítico, como Jugen Bey, y en la sala de al lado casos de diseño comercial de una firma como Van Berlo. Algunos pensarán que acá no se dan discusiones alrededor del diseño y de lo que los diseñadores deben hacer pero, por el contrario, la discusión se da igual que en Colombia, solo que acá no dejan que eso los detenga en hacer su trabajo. En conclusión, las distintas posturas no impiden que cada diseñador haga lo suyo, y las condiciones están para que lo haga de manera sobresaliente.

Ahora, creo que una de las cosas que más debemos aprender del diseño holandés, es creer en lo que hacemos. Que soy un diseñador y me dió por hacer una puntilla, pues tengo que creer que esa puntilla es realmente única y debo proyectarlo en la manera en que comunico mi trabajo (no en vano, los diseñadores acá hacen referencia a ‘su trabajo’, como algo realmente valioso e importante). Sin complejos, el diseñador holandés (no necesariamente holandés, pero formado bajo los principios del dutch design) se enfrenta a todos los proyectos con la seguridad de ser la persona idónea para enfrentar el reto que se le ponga en frente, mientras que en Colombia aún luchamos por explicarle a la gente qué es lo que hace un diseñador (cosa que tampoco hemos logrado hacer con éxito). En Colombia hay casos valiosísimos de diseño de distintos tipos, pero si ni nosotros, autores de los proyectos, creemos en ellos ¿qué esperamos que crean las demás personas al respecto? Pero vale aclarar que esto comienza en la escuela: la Galería de graduación de la Design Academy de Eindhoven es, quizás, uno de los eventos más taquilleros de la DDW, siendo, por lo demás, de los más costosos (10Euros); en esta, vemos el gran cuidado que se le da a mostrar el trabajo que cada estudiante hace, sin descuidar detalle alguno. Por tener la figura de exhibición, algunos lo catalogan como arte, pero creo que es sencillamente una manera de mostrar lo que hacemos y darle la importancia que creemos que se merece.

¿Puro mito?

Entonces, se preguntarán algunos, ¿eso del ‘diseño holandés’ es solo un mito? No; hay que traerlo a la tierra y  saber que hacen tanta basura como en cualquier lugar del mundo, pero la disposición que tienen frente a lo que hacen les permite salir adelante en distintas áreas del diseño, y es eso lo que podríamos aprender en Colombia. De hecho, me atrevo a decir que en Colombia (y en general en los países no-industrializados) no hacemos tanta basura aún, entonces tenemos una oportunidad valiosa para generar proyectos con verdadero valor para nuestro entorno, solo hace falta crear y creer en lo que hacemos.



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