Reflexiones luego de la Primera Bienal de Diseño de Estambul

“Hace 5 años que me gradué como arquitecta acá en Estambul, y 5 años que llevaba frustrada porque no quería hacer parte de este gremio con una práctica tradicional de Arquitectura, pero tuve la oportunidad de trabajar en la Bienal y me di cuenta que hay mucho más en la profesión de lo que nos enseñan en la escuela de Arquitectura”. Si bien puedo fallar en no recordar a la perfección sus palabras literales, este fue el mensaje que me dio Jazmín, una arquitecta turca-argentina, quien se había negado a hacer parte de una práctica afirmativa y falta de crítica, cómo lo es la arquitectura en Turquía, especialmente en Estambul. Me lo dijo cuando yo terminaba de hacer el recorrido de Adhocracy, una de las exhibiciones principales de la Primera Bienal de Diseño de Estambul. Podríamos asumir sus palabras como un caso aislado en la práctica de diseño y arquitectura en el mundo (en especial en países en vía de desarrollo), pero me parece más constructivo asumirlas como representativas de los cambios que está teniendo el campo a nivel mundial.

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Para la primera Bienal de Diseño de Estambul, la IKSV (Organización para la Cultura y las Artes de Estambul) conformó un equipo de profesionales del diseño, liderados por Dejan Sudjic (director del Design Museum en Londres y prolífico crítico de diseño), quien estableció el tema transversal de la bienal: imperfeción. Tras algunas reuniones, se definieron 2 curadores, para 2 exhibiciones principales que tendría la bienal: Adhocracy y Musibet. Para la primera se asigno a Joseph Grimma, editor en jefe de la (muy mejorada) revista Domus, mientras que para la segunda se asignó al famoso arquitecto turco Emre Arolat. Como era de esperarse, Musibet estaría enfocada a Estambul, mientras que Adhocracy estaría más sintonizada con el mundo del diseño (que, en este caso, sería del Europeo).

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Es muy importante hacer una mirada crítica de lo que allí ocurrió, pues es una región con grandes similitudes a Latinoamérica: adjacente a centro de poder político (Europa), grandes desigualdades sociales, diversidad cultural y estado secular. Valdría comenzar por mencionar la pobre relación que tuvo la bienal con el contexto en el que estaba situada: una de las ciudades más pobladas del mundo (18 Millones de habitantes), metrópolis de un país en desarrollo, puente entre oriente y occidente y entre norte y sur. Musibet, que debía estar fuertemente enraizada en la cultura de la fabricación artesanal y las importantes cadenas informales de producción local, falló en mostrar proyectos representativos de esta realidad que, finalmente se destacaban por la obviedad de sus representaciones -un vestido con una costura que simbolizaba la ‘union’ de oriente y occidente; o por la pobreza de sus resultados -mostrar los centros de poder religiosos, políticos y comerciales en la ciudad con un mapa y puntos de 3 colores. Esto, añadido a la falta de dirección o enfoque claro de la exhibición lo dejaba a uno con un sinsabor a la salida, y preguntándose cómo, en una ciudad tan llena de creatividad e inventiva, no se podía ensamblar una exhibición representativa de la misma. Una apuesta que hizo el curador fue separar los proyectos en cuartos separados, oscuros y tan solo con luces focales sobre los objetos, lo cual dejaba al visitante confundido, tratando de decifrar el laberinto que representaba la ruta.

Por otro lado, en Adhocracy, se notaba un fuerte trabajo en cuanto al diseño de la exhibición que, a la entrada, comenzaba por aclarar de que se trataba: esta es una exhibición acerca de gente que hace cosas, haciendo especial énfasis en técnicas de producción ad hoc. Acá se concentraba una interesante colección que, de alguna manera, planteaba un quiebre con las visiones tradicionales del diseño y la arquitectura y se conectaba con prácticas emergentes en estos campos. Aún cuando esta exhibición se concibió más para conectar Estambul con el resto del mundo (insisto, entiéndase mundo como Europa, pues la mayoría de los proyectos exhibidos provenían de ese continente), parece increíble que partiendo de esa dirección (gente que hace cosas) no se hubiesen conectado verdaderamente con la ciudad. Había pocos proyectos que tendrían alguna participación adicional en la ciudad, como Kiosk 2.0 de los diseñadores belgas Unfold, pero la conexión con Estambul no superaba unos cortos momentos en medio de la ciudad para unos fotogénicos resultados (que es en lo que cae muchas veces el diseño en Europa –pa’ la foto), pero poco impacto en los estambuleños y su espacio.

En respuesta a esta situación, yo decidí hacer una pequeña intervención que generara cierta reflexión alrededor del evento. La otra bienal es el título del micro-proyecto que inicié en Estambul,  y consistió en fabricar ‘marcos’ o ‘visores’ para que la gente pudiese tomar fotos de la recursividad e inventiva presente en la ciudad y, de esa manera, generar una permanente ‘bienal paralela’, principalmente curada por los ciudadanos. Estos ‘visores’ fueron fabricados con cartón desechado por las tiendas del bulevar principal (calle Istikal) y fueron distribuidos a distintos transeúntes, quienes luego transmitieron las imágenes.

En la bienal quedó demostrado que la bienal poco tenía que ver con Estambul, y mucho con incluir a la ciudad en el circuito mundial del diseño. Lo cual es respetable, pero si hubiesen querido ser más relevantes con el contexto histórico que vivimos, habrían mirado más hacia adentro que hacia afuera.

Ahora, lo más importante de esta experiencia (desde mi punto de vista), es lo que podría Latinoamérica aprender de esto, que no es poco. Con bienales (de arte, diseño y arquitectura) iniciándose en todas las esquinas del planeta, vale comenzar por preguntarse el por qué de una bienal (u otro evento similar -Expodiseño, en Bogotá, por ejemplo), y cuáles son las aspiraciones que se tienen con esta; luego, viene bien mirar hacia adentro de la ciudad o el país (sin un amañado cesgo nacionalista), para proyectar hacia el mundo (sin un acomplejado cesgo tercermundista -mejor dicho, sin complejos).



3 Comments

  1. Mauricio wrote:

    Me parece interesante la apreciación que hace el autor de los diseños basados en exhibición “pa la foto” los cuales siguen inundando la esfera del diseño, y diseñadores que siguen buscando ser una “estrella” para ser reconocidos y dejan de lado lo que verdaderamente es importante, el contexto en todas sus formas. Gracias por la reflexión.

    • calderonp wrote:

      Gracias por el comentario Mauricio. En las esferas profesionales y académicas del diseño existe una adicción a lo fotogénico… esto tiene efectos positivos, por supuesto, en cuanto aplica cierto rigor estético a la forma en que presentamos nuestros proyectos, pero negativa cuando se lleva a tales extremos en los que deja de importar el contenido. Creo que es importante lo que señala: lo verdaderamente importante es el contexto, y es quizás esto en lo que se deban enfocar los eventos de este tipo.

  2. LIDIA NUÑEZ wrote:

    Hola Pablo, me resulta realmente interesante tu análisis acerca de la bienal y tu espacio digital en general. Estoy estudiando acerca de diseños sensibles con nuestro tiempo y la bienal de estambul me resulta basante acertada pero tenía la sensación de que estaba alejada de su realidad local, tal como acabas de describir. Soy de Sevilla y aquí se encuentra La BIACS, que actualmente está muy mermada por la crisis y quizás por no administrar bien los recursos y alejarse de la participación de la ciudad… en años anteriores se hacían propuestas de biacs paralelas alternativas al encuentro muy interesantes.

    Enhorabuena por tu trabajo.

    Lidia Núñez

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